Historia
El protagonismo histórico de Bujalance se debe, principalmente, a su localización y a la riqueza de su suelo, sirviendo como muestra de su magnífica ubicación, el hecho de que la calzada romana que unía Córdoba con la comarca de Cástulo, pasaba por esta población.
En el período romano las tierras de Bujalance, como muchas otras cercanas al Guadalquivir, se verían afectadas por el fenómeno de la implantación rural, que se manifiesta en la proliferación de villas, condicionadas en buena parte por la fertilidad de las tierras ribereñas, y la facilidad de comunicación que representaba el río.
Durante la época musulmana se construye el castillo Bury al-Hansh (Torre de la Serpiente) como torre vigía de los accesos a la ciudad de Córdoba. Ya en el siglo XIII su nombre aparece como «Burialhanc» o «Burjalhance» de los que proviene el topónimo de Bujalance.
A partir de la segunda mitad del siglo XV, adquirirá cierta importancia coincidiendo con un aumento demográfico, de forma que será la villa de realengo, después de Córdoba, con mayor población.
En el año 1594, a finales del reinado de Felipe II, Bujalance conseguía separarse definitivamente de la jurisdicción de Córdoba por Real Cédula de 8 de junio de 1594. Posteriormente, Felipe IV concedía, por un privilegio expedido el 6 de marzo de 1630, el título de Ciudad a cambio de 80.000 ducados. Este mismo monarca concede en 1638 la celebración de una feria anual, desde el 26 de Agosto al 12 de Septiembre; además disfrutaba de un mercado semanal los sábados.
De los dos últimos siglos de su historia sobresale su participación en la Guerra de la Independencia, durante el período de ocupación francesa, los abusos de las partidas de bandoleros en la 1ª mitad del siglo XIX, dada su localización privilegiada cerca del Camino Real a Madrid; y finalmente, en el siglo XX destacamos la gran capacidad de organización del movimiento campesino, imbuido de ideas anarcosindicalistas durante el período de la II República.